24/10/2019
Estamos inmersos en una revolución reproductiva que está cambiando la forma de la pirámide poblacional. Las causas de ello, una mayor supervivencia y la consecuente alteración de los roles tradicionales asociados al género y la edad, se insertan en el progreso. Se trata de un proceso en el que se ha cambiado el número de niños por los años de vida. La revolución es enorme. Desde un punto de vista estrictamente demográfico, la eficiencia de una sociedad aumenta cuando se “democratiza” la supervivencia generacional hasta edades umbrales para la reproducción.
En primer lugar, resulta fundamental asegurar la supervivencia mayoritaria hasta las edades fértiles; de nada sirven natalidades elevadas si la mayor parte de los nacimientos no sobrevive hasta tener, a su vez, la oportunidad de contribuir a la reproducción. Luego, es igualmente básico generalizar la supervivencia hasta las edades maduras, puesto que la reproducción mejora si los progenitores viven el tiempo necesario para completar la crianza de los hijos.
Se trata de un proceso en el que se ha cambiado el número de niños por los años de vida. La revolución es enorme.
Tener menos hijos y en mejores condiciones cierra el círculo virtuoso. Las nuevas generaciones, mejor cuidadas y atendidas, viven aún más años. Especial interés revisten las características de las generaciones que cumplen los 65 años de edad: los “nuevos viejos” españoles, con mucho retraso respecto a lo ocurrido en otros países desarrollados, están revolucionando el perfil sociológico tradicional de la vejez. Están cumpliendo 65 años las generaciones que, por primera vez, consiguieron la plena escolarización, disfrutaron de una vida adulta y laboral sin interrupciones bélicas, vieron cómo el trabajo agrario o el origen rural dejaban de ser mayoritarios, y disfrutaron del consumo de masas de automóviles, electrodomésticos y todo tipo de productos de gran consumo.
España, no ha hecho más que prosperar mientras la proporción de mayores pasaba de apenas el 4% de hace un siglo al 18% actual. Hoy es más fácil para un mayor encontrar acompañantes para pasar tiempo; pero cuando hay problemas de recursos o de salud, los mayores se encuentran con que hijos y parientes están lejos. Por eso, cada vez, la vejez es más urbana. Y retos, evidentes, como los cuidados o el fin de la vida, se van a empezar a tratar de forma urgente.
Cada vez, la vejez es más urbana. Y retos, evidentes, como los cuidados o el fin de la vida, se van a empezar a tratar de forma urgente.
Es importante pensar que no vamos a vivir muchos más años de vejez, sino de juventud. La infancia dura hasta edades nunca vistas; nos sentimos jóvenes hasta los 60 y, todo esto es consecuencia de tener a nuestros mayores vivos. Estuve en Mallorca para recoger unos datos de un señor de 114 años y nos recibió su hija, que se conservaba muy bien, con 84 años. Era la joven de la casa. Y esa juventud se la daba su padre por seguir vivo a esa edad.
Extracto del artículo publicado en Universos Mémora (Octubre 2019)