20/01/2023
Desde 2019, la Fundació Víctor Grífols i Lucas y la Fundación Mémora mantienen una colaboración para reflexionar de forma conjunta, con la participación de profesionales expertos, sobre temáticas que aportan conocimiento al proyecto «Ciudades que cuidan», una iniciativa impulsada por la Fundación Mémora con el objetivo de centrar las políticas de los municipios en el cuidado de sus ciudadanos y, en especial, en la prevención de las situaciones de final de la vida en vulnerabilidad y soledad no deseada.
El último seminario, organizado en mayo de 2022, se centró en explorar el papel de la era digital en la soledad no deseada. Las reflexiones de los expertos participantes se recogen en el cuaderno «Soledad no deseada en la era digital».
La aplicación de sistemas digitales a la prevención y paliación de la soledad abre muchas posibilidades a la vez que genera preguntas sobre su validez, efecto y accesibilidad: ¿respetan la autonomía y privacidad de los ciudadanos?, ¿son iniciativas accesibles para personas afectadas por la brecha digital? Todos estos interrogantes requieren una reflexión que conduzca a una solución conjunta.
La aplicación de sistemas digitales a la prevención y paliación de la soledad no deseada abre muchas posibilidades a la vez que genera preguntas sobre su validez, efecto y accesibilidad.
El envejecimiento conlleva problemáticas como la aparición de pluripatologías o grados de dependencia. Todo ello, sumado a un cambio en los paradigmas familiares y al ritmo acelerado del desarrollo digital, genera una brecha social que puede conducir a la soledad no deseada. Las tecnologías nos han proporcionado nuevas formas de acompañamiento, pero despiertan un debate sobre los riesgos que suponen para el lado humano del cuidado de las personas.
Como apunta Jaime del Barrio Seoane, Presidente de la Asociación Salud Digital, aunque contamos con herramientas enfocadas a distintos grupos de edad, el gran volumen de estas soluciones hace pensar que se prioriza la cantidad por encima de la calidad de su respuesta a necesidades de los usuarios: «Hay unas 350.000 apps de salud en el mercado. Su crecimiento ha sido rápido, pero no siempre con la calidad requerida. El grado de madurez digital de nuestro Sistema Nacional de Salud tiene un amplio margen de mejora», afirma.
Para Carme Pratdepàdua i Bufill, Responsable de la oficina mhealth.cat (TIC Salut Social), una de las grandes oportunidades de la digitalización es «que la persona disponga cada vez de más información y pueda participar en comunidades y hacer un uso de los servicios digitales que le permitan mejorar su bienestar tanto físico como emocional». A esto, Carme Torras Genís, Profesora de Investigación del Institut de Robòtica i Informàtica Industrial (CSIC-UPC), añade queaunque el uso de sistemas como la robótica tienen beneficios sobre todo en la calidad de vida física de las personas mayores, estas soluciones «nunca han de sustituir el cuidado, la calidez y el afecto humanos; en ningún caso han de actuar como sustitutos emocionales».
En esta misma línea, Antonio Caballer Miedes y Óscar Belmonte Fernández, miembros de la Cátedra Cuatroochenta de Inteligencia Artificial, Salud y Bienestar en la Universidad Jaume I, defienden que aunque la tecnología en salud tiene un gran componente físico (pulseras de actividad, medición de oxígeno en sangre…) no podemos olvidar su aplicación en la salud mental y social, «entendida esta última, de manera muy amplia, como “el bienestar de la persona en relación con las demás personas”».
Aunque la tecnología en salud tiene un gran componente físico (pulseras de actividad, medición de oxígeno en sangre …) no podemos olvidar su aplicación en la salud mental y social, «entendida esta última, de manera muy amplia, como “el bienestar de la persona en relación con las demás personas”».
Tal es la presencia de la tecnología en nuestras vidas, que, como expone el eurodiputado Iban García del Blanco, el plan de transición digital de la Unión Europea espera también mejorar el bienestar de los mayores, ya que en 2050, «uno de cada cuatro europeos será mayor de 65 años. La inclusión digital de las personas mayores es crucial para mantener su autonomía». Así, la inteligencia artificial forma parte de las grandes líneas de acción de la UE, que mantiene un ojo atento a los riesgos de privacidad y seguridad de estos sistemas, mientras busca cómo impulsar sus beneficios de manera sostenible y segura.
Asimismo, Oriol Farrés Juste, profesor del Área de Ética y Filosofía Política de la Universitat Autònoma de Barcelona, hace una disertación sobre los miedos ante las nuevas tecnologías en salud y el grado de dependencia que podemos generar hacia ellas si no conseguimos un equilibrio entre lo digital y lo humano: «lo más tecnomédico sería la complementación prudente entre tecnología y profesionales, pero no la sustitución imprudente de los profesionales por la tecnología», expone.
Para Dolors Comas d’Argemir Cendra, catedrática de Antropología de la Universitat Rovira i Virgili, «acompañar es una forma de cuidar», y el auge de casos de soledad no deseada tienen su origen, precisamente, en una «crisis de cuidados». Construir una sociedad cuidadora no se debe centrar simplemente en soluciones robóticas físicas, sino que debe articularse en torno a la humanización. La catedrática concluye con una declaración que coincide con los planteamientos del resto de colaboradores: «humanizar nuestra vida y nuestras relaciones es la forma de combatir la soledad no deseada».
De este modo, el cuaderno pone de manifiesto el gran debate de la digitalización en la soledad no deseada: su estatus como perpetradora o aliada, sus oportunidades y riesgos, etc. Una reflexión que debe ser abordada de manera conjunta para hacer frente a la crisis de la soledad en tiempos tecnológicos.