La sociedad denominada del bienestar, en la crisis sanitaria y social en la que estamos inmersos, provocada por la pandemia de la COVID-19, ha quedado en evidencia ante su nefasta respuesta de atención a las personas mayores, protagonistas por el alto grado de vulnerabilidad ante esta
enfermedad.
Cuidar de los demás es un deber moral básico que mejora la vida de todos. Es preciso trabajar para visibilizar el cuidado oculto en el trabajo no remunerado e invisible, universalizarlo y entenderlo como una obligación fundamental, que concierne a hombres y mujeres sin diferencia de género en el desarrollo de la conciencia moral, hasta ahora el deber de cuidar más vinculado a las mujeres.
Hay que visibilizar el cuidado oculto en el trabajo no remunerado e invisible, universalizarlo y entenderlo como una obligación fundamental, que concierne a hombres y mujeres sin diferencia de género.
Una sociedad avanzada no deja a ninguno de sus miembros atrás y, tanto a nivel privado como a nivel de políticas sociales, se deben articular herramientas que permitan cuidar de las personas que lo necesiten. La profesión enfermera aporta a la sociedad los cuidados de la salud.
Es la profesión del cuidado, la impulsora de la salud, de la promoción de la autonomía, la capacitadora que permita opciones de vida saludables, la mediadora entre las comunidades, gobiernos, sectores de salud, social
y económico, los medios de comunicación…, en resumen, la que vela por las personas con necesidad de cuidados y un soporte de apoyo a las personas cuidadoras. Sin embargo, el cuidado no es una posesión exclusiva de la enfermería, sino que es un desafío colectivo.
La profesión enfermera aporta a la sociedad los cuidados de la salud. Es la que vela por las personas con necesidad de cuidados y un soporte de apoyo a las personas cuidadoras. Sin embargo, el cuidado no es una posesión exclusiva de la enfermería, sino que es un desafío colectivo.
El cuidado es un valor que debe ser reconocido a nivel individual y colectivo, un derecho y deber público garantizable y asumible por las instituciones democráticas.
El momento actual pone sobre la mesa la importancia de desarrollar el cuidado profesional, reconociendo su valor en la esfera de lo privado, pero subrayando el valor de lo público que, por ende, ha de ser administrado y planificado en las estrategias de salud de la población en sus diferentes áreas.
Las enfermeras pueden cooperar en el desarrollo de ciudades cuidadoras donde poner en práctica la esencia del cuidado priorizando el bienestar, la seguridad y la autonomía de los mayores. Una sociedad que promueva el
cuidado entre sus ciudadanos debe contar con equipos transdisciplinares donde la disciplina enfermera aporte respuestas a las necesidades de las personas desde una perspectiva holística, respetando sus valores y haciendo partícipes a todos del cuidado.