04/02/2021
Si algo ha puesto de manifiesto la COVID-19 es que las crisis sanitarias hacen aflorar de forma intensa (y, en ocasiones, inhumana) las debilidades de las estructuras sociales, las fragilidades de las economías desarrolladas globalizadas y la necesidad de reenfocar (y reforzar) ciertas políticas públicas (en el ámbito social y económico). A pesar de que la pandemia ha hecho nuestra interdependencia más evidente, también nos ha recordado la necesidad de articular políticas económicas que tengan en cuenta que la fragilidad y la vulnerabilidad requieren de estructuras y reglas económicas que protejan a los individuos y eviten que las economías, en su conjunto, colapsen. En esta necesidad de gestionar la interdependencia radica el requerimiento de revisar la economía de los cuidados.
El sector de la dependencia y de la economía de los cuidados en España muestra claras debilidades en términos de recursos humanos y económicos si se comparan con otros países económicamente avanzados.
El sector de la dependencia y de la economía de los cuidados en España muestra claras debilidades en términos de recursos humanos y económicos si se comparan con otros países económicamente avanzados. Además, es un sector con carencias en su retribución a sus profesionales (si se compara con sectores como el sanitario) y que es ampliamente permeable a soluciones contractuales irregulares, al tener una frontera difusa en la identificación de los trabajos del hogar y los servicios de cuidados. En el sector de la atención domiciliaria, por ejemplo, el 98,5% de sus profesionales tienen alguna condición objetivable de precariedad: sueldo bruto inferior a 1.000 euros mensuales, altos porcentajes de parcialidad o temporalidad contractual (pese a que el retorno en el saldo fiscal de la mejora de dichas condiciones sería claramente positivo).
La crisis de la COVID-19 nos permite aprovechar las oportunidades para conseguir una economía más competitiva
La crisis de la COVID-19 nos permite aprovechar las oportunidades para conseguir una economía más competitiva asentándose no solo en la innovación y las capacidades de las personas, sino también en la integración y valoración del trabajo de los cuidados, tanto como trabajo remunerado (en el mercado) como en trabajo no remunerado (que incluye las tareas domésticas y de cuidado). La integración de este enfoque en las medidas de reconstrucción y renovación pueden permitir afianzar una sociedad más cohesionada y resiliente en términos económicos y sociales.