Una sociedad más democrática debe incluir formas de cooperación más decidida y de responsabilidad compartida entre la esfera
pública y la privada (fundaciones, asociaciones, cooperativas y otras formas de economía social). Este reconocimiento de servicio púbico y de interés público es básico para entender la importancia que tiene la acción voluntaria en los colectivos y las personas que es necesario atender como sociedad. Se trata de interiorizar que lo público es de todos y que el concepto de ciudadanía nos convierte en responsables.
Una sociedad más democrática debe incluir formas de cooperación más decidida y de responsabilidad compartida entre la esfera pública y la privada.
Solo desde la propia ciudadanía se puede fortalecer la conexión que tiene el ser humano para sensibilizarse ante el sufrimiento humano y de buscar formas de actuar en situaciones de crisis extremas y en la vida cotidiana. Este aspecto es clave y debe estar presente en el diseño y desarrollo de las políticas públicas, sobre todo en los municipios que han de devenir entes “cuidadores” y de fortalecimiento de les redes sociales y de entidades de voluntariado, e impulsar conjuntamente una sociedad movilizada ante las
situaciones de vulnerabilidad.
La sociedad, en su conjunto, tiene el derecho y el deber de cultivar y promover la virtud cívica que lleva implícita los valores de solidaridad, compromiso social y, sobre todo, de derechos y justicia. La persona en situación de soledad no deseada tiene que ser parte activa y visible de la comunidad. Son necesarios miles de ciudadanos comprometidos con los valores y retos sociales.
Sería interesante trabajar en educar en la cultura de la atención. Una ciudad donde todos seamos radares de las situaciones de dolor que puedan existir.
Esta reflexión nos ha de llevar a posicionarnos sobre la ciudad que queremos y la que no deseamos. Somos responsables de lo uno y de lo otro. Porque nuestra realidad es la de la fragilidad y también la de la fortaleza. Por esto, sería interesante trabajar en educar en la cultura de la atención. Una ciudad donde todos seamos radares de las situaciones de dolor que puedan existir.