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Carme Torras Genís es doctora en informática y profesora de investigación en el Instituto de Robótica e Informática Industrial (CSIC-UPC). Obtuvo la licenciatura en matemáticas en la Universidad de Barcelona (UB), un máster en Ciencias de la Computación en la Universidad de Massachusetts en Amherst (UMASS) y el doctorado en Informática en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
Compagina la dirección de un grupo de investigación en robótica asistencial con su dedicación a la escritura literaria y a la promoción de la ética en la aplicación de las nuevas tecnologías. Ha escrito varios libros y artículos y también es autora de novelas de ciencia-ficción relacionadas con la robótica y la inteligencia artificial.
A lo largo de su trayectoria ha sido galardonada con varios premios, el más reciente de ellos en 2020 con el Premio Nacional de Investigación ‘Julio Rey Pastor’ en el área de Matemáticas y Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
El pasado martes 23 de mayo, Torras participó en el seminario ‘Soledad no deseada en la era digital’ organizado por la Fundación Víctor Grifols i Lucas y la Fundación Mémora, y participó en la mesa de debate “Tecnologías emergentes y nuevas formas de cuidado”.
El Laboratorio de Vida Asistida es una réplica de un piso de 35 m2 con dos habitaciones: un dormitorio y una sala de estar, que también hace la función de comedor provisto de una mini cocina. El objetivo es desarrollar y testear la tecnología que desarrollamos en un ambiente realista, parecido al de un domicilio o centro socio-sanitario. Tenemos prototipos de robots para ayudar a vestir y dar de comer a personas con movilidad reducida, y otros para proporcionar entrenamiento cognitivo a pacientes con una discapacidad cognitiva leve.
Por ejemplo, el robot de entrenamiento cognitivo es fruto de una colaboración con la Fundación ACE, dedicada a la investigación, el diagnóstico y el tratamiento del Alzheimer y otras demencias. Algunos ejercicios que realizan los pacientes en los centros de día están basados en un tablero con unas fichas que hay que ordenar de distintas maneras, con mayor o menor dificultad dependiendo del nivel de discapacidad de cada uno. El terapeuta proporciona tanto el estímulo como la ayuda necesaria para que el paciente pueda resolver el ejercicio. El problema es que estos ejercicios son muy personalizados y, como cada terapeuta tiene que atender a más de una decena de pacientes, la interacción es muy limitada y el proceso muy lento. El objetivo es que cada paciente disponga de un robot que le proporcione estímulo y ayuda de manera rápida, y el terapeuta humano supervise la ejecución de los ejercicios como si estuviera jugando partidas simultáneas de ajedrez.
Sí que se están utilizando en algunas residencias e incluso en pruebas en domicilios, pero son robots con una funcionalidad muy limitada. En general son de pequeño tamaño y la interacción con las personas (cuidadores y pacientes) suele ser verbal, textual o gestual. Pueden recordar al paciente cuándo toca tomar la medicación, ponerle en contacto con un familiar o proponerle ejercicios físicos que la persona debe imitar, pero no tienen capacidad de manipular objetos ni de actuar en contacto físico con las personas, a diferencia de los prototipos que desarrollamos en nuestro laboratorio.
En mi opinión, los robots asistenciales deben ser un instrumento de ayuda a los cuidadores, que les liberen de realizar tareas rutinarias y poco agradables, y les permitan dedicar tiempo de calidad a los pacientes. Para mi, han de ser una especie de electrodoméstico móvil y versátil de ayuda a las personas con alguna dificultad física o cognitiva, pero nunca han de sustituir el cuidado, la calidez y el afecto humanos, en ningún caso han de ser sustitutos emocionales.
Como comentaba, una función del robot puede ser poner al paciente en comunicación con un familiar cuando detecte un estado de ánimo bajo, por ejemplo. Puede saber los horarios de cada familiar o amigo, si está disponible o no en un momento dado, etc. Puede activamente favorecer la comunicación. También, como decía, proporcionarle estímulo cognitivo, promover que se interese por lo que hacen otras personas, introducirle en grupos sociales con aficiones parecidas, etc.
Sí, puede entrañar una dificultad. Por eso los esfuerzos de investigación en el tema de la interacción persona-robot van en la dirección de hacer que la comunicación sea lo más directa y amigable posible, mediante voz, gestos, expresiones faciales, que pueden plasmarse con facilidad en una pantalla a modo de cara del robot, etc. En este sentido, la experiencia de nuestro robot SOCRATES con pacientes de la Fundación ACE ha sido inmejorable y ha superado todas nuestras expectativas.
Por dos vías: la regulación y la formación. Muchas instituciones y asociaciones profesionales están desarrollando y aprobando normativas y directrices para el despliegue ético de la inteligencia artificial (IA) y la robótica, y en particular de la robótica social. Dos ejemplos son las Directrices éticas para una IA fiable del High-level Expert group on AI de la Comisión Europea y el informe Diseño alineado éticamente: priorizar el bienestar humano con sistemas autónomos e inteligentes de la Standards Association del Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE).
La regulación es necesaria, pero yo creo todavía más en la formación. Considero esencial formar en los beneficios y riesgos de las tecnologías digitales no solo a la opinión pública, sino también en el ámbito escolar, ya desde primaria, secundaria, universidad y, muy especialmente, a los técnicos, ingenieros e informáticos que diseñan robots y desarrollan software. A este fin, he desarrollado unos materiales para la impartición de un curso sobre “Ética en Robótica Social e IA” basados en una de mis novelas, La mutación sentimental, que ha sido traducida al inglés por MIT Press con el título The Vestigial Heart. Dichos materiales se pueden obtener sin coste tanto en inglés (https://mitpress.mit.edu/books/vestigial-heart), como una versión reducida en castellano (https://educaixa.org/es/-/robotica-etica-y-literatura-una-actividad-transversal-en-secundaria).
Espero que tengan un papel mucho más relevante que en la actualidad. Por ejemplo, estamos miniaturizando nuestro prototipo de robot que da de comer para convertirlo en un pequeño brazo portátil sensorizado y con un intercambiador de elementos (cuchara, tenedor, tubo de bebida y servilleta) para que, con una interface muy sencilla, el paciente con movilidad limitada que lo desee pueda comer de forma autónoma. Igual que este ejemplo, otros prototipos pueden proporcionar autonomía a los pacientes al tiempo que son de gran ayuda para los cuidadores. Espero que en el 2030 tengamos muchos robots capaces de manipular objetos deformables como ropa, en contacto con los pacientes y de forma amigable e intrínsecamente segura.