En los últimos años, organismos internacionales como la UNESCO o europeos como la Comisión Europea han puesto la transversalidad y el valor social de la cultura en la agenda política. La UNESCO ha declarado la cultura como elemento transversal presente en la mayoría de los objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. A nivel europeo, la Nueva Agenda Europea para la Cultura, aprobada en mayo de 2018 por la Comisión Europea, incluye como uno de sus tres objetivos estratégicos el aprovechamiento del poder de la cultura y la diversidad cultural para el bienestar y la cohesión social.
Recientemente, con motivo de la crisis sanitaria actual, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado a gobiernos y autoridades la aplicación de políticas encaminadas a mejorar la colaboración entre los sectores sanitario y artístico (Fancourt y Finn, 2019).
A través de la cultura, se facilita la inclusión social de los colectivos más vulnerables
¿Qué sabemos del poder transformador de la cultura?
Son cada vez más numerosos los estudios destinados a identificar los beneficios individuales, comunitarios y sociales de la cultura. Una parte importante de estos estudios ha asociado la realización de prácticas amateur, la educación artística, así como la participación cultural y la presencia de agentes y equipamientos culturales en el territorio, a mejores niveles individuales de salud, de bienestar y de educación, así como a beneficios sociales ligados al desarrollo de sociedades más cohesionadas y sostenibles.